Esta pasada noche ocurrió lo
siguiente: venía con mis padres de Benicassim a Castellón por la
carretera N-340. Mi padre iba a algo más de 100 km/h, venía un
coche de frente, estaba cerca, claramente visible... y de repente, un
coche detrás de nosotros nos adelanta, provocando que nosotros nos
echáramos al arcén y el que venía de frente hiciera lo mismo. El
que nos adelantaba pasó a escasos MILÍMETROS del que venía de
frente.
A pesar de llevar una década
conduciendo y haber visto mucho conductor temerario, no había visto
algo así nunca. Tanto desprecio por la vida propia y la de los
demás. “Adelanto ahora porque me sale de los cojones y tú, cabrón
que vienes de frente, apártate”.
No sé por qué, tengo la impresión de
que la gente que conduce de esa manera no suele leer blogs, ni
tampoco libros, ni nada de nada. Es posible que no sepa ni leer, y si
alguna vez supo, tal vez se le haya olvidado. Aun así, me gustaría
dedicarle la siguiente carta:
“Odiado hijo de puta:
No sé casi nada de ti. Ignoro tu edad,
tu profesión, o si te maltrataban de pequeño. Lo único que sé es
que sobras de la carretera. Posiblemente, también sobres del Planeta
Tierra, porque si aceptamos que todo el mundo tiene una misión que
cumplir en esta vida ¿cuál es la tuya? ¿acabar con la vida de
gente inocente?
Todos somos seres humanos, y por tanto,
todos cometemos errores. Pero lo tuyo no es un error. Lo tuyo es una
combinación de maldad, estupidez y algo que no sé muy bien como
definir. Ese algo que hace que, a pesar de tu apariencia de ser
humano, para mí seas igual que la cucaracha más repugnante. Que
seas una rata. Basura, escoria. No te llamo subnormal, porque esta
comparación sería un brutal insulto a los auténticos subnormales,
personas muchas de ellas trabajadoras, luchadoras y capaces de
aportar muchas cosas buenas y muchos sentimientos positivos a esta
sociedad, algo de lo que tú eres incapaz.
¿Quién te crees que eres, Fernando
Alonso? ¿John Wayne? ¿A quién quieres impresionar? Puede que a
alguna niñata estúpida le parezcas supersexy y superguay. Pero a
los ojos de una mujer, de cualquier mujer, seguro que eres la misma
mierda que ante los míos.
Ya sé que esto de pensar no es lo
tuyo, y no se te da bien, pero haré un último intento: ¿has
pensado en la persona que iba en el otro coche? Tal vez sea un cerdo
al volante como tú (que me perdonen los cerdos...). Pero lo más
probable es que fuera alguien que, simplemente, se dirigía hacia
alguna parte. Alguien con una vida, tal vez incluso con una familia
¿y si la familia también iba en ese coche? ¿y si había niños en
el asiento de detrás? Gusano asqueroso... no, decir que pienses en
algo de esto me parece demasiado.
Qué hijo de puta eres.
Tal vez el cine te guste más que la
lectura. En ese caso ¿has visto una película llamada “Saw”?
Trata de un asesino en serie que tortura y mata a gente que no sabe
apreciar su propia vida. Si en la vida real existiera un “Jigsaw”
y vigilara tus movimientos, seguro que él te atormentaría y
torturaría doblemente: por tu vida y por la vida (o vidas) que
pudiera transportar el coche de enfrente. ¿Qué digo doblemente?
Triplemente. O cuadruplemente. Por cabrón.
Tú haces que un acto de libertad
individual como es conducir no me guste en ciertas carreteras y a
determinadas horas. No me gusta porque no quiero encontrarme contigo,
no sólo por miedo, sino sobre todo por ASCO. Maldito seas.
Que te den.”
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