Choto

25 de septiembre de 2011

Panda de ineptos

Desde que comenzó la crisis, allá por finales de 2008 (en realidad han pasado menos de tres años, aunque tengamos la sensación de que ha pasado una década), los políticos han intentado encontrar la fórmula adecuada para solucionar el agujero económico provocado por la avaricia de unos pocos. En un principio la solución era gastar dinero en obras públicas que reactivaran la economía y echarles pasta a los bancos para “que el crédito fluyera” (¡ja!). Como consecuencia de ello, luego fueron los propios estados los que se quedaron “agujereados” económicamente, y dirigieron sus esfuerzos a recortar el déficit público para posteriormente ir recortando deuda hasta niveles sostenibles.
Y en esa fase estamos, no sólo España, sino un buen puñado de países. Bien, pues desde que comenzó esta nueva fase cuyo objetivo es la reducción del déficit público observamos que hasta un niño de 8 años lo podría haber hecho mejor que los distintos responsables políticos.

Pensemos en el Estado como un ciudadano corriente, cualquiera de nosotros, que ve un mes tras otro que se está “comiendo los ahorros” ¿Qué solución buscaríamos? La solución estaría compuesta de dos medidas, a grandes rasgos: recortar gastos prescindibles y buscar aumentar los ingresos (mirar otro trabajo, pedir un aumento de sueldo, alquilar tu garaje, etc)
Bien, pues desde que empezó la crisis:

- Se ha puesto todo el foco de atención en el recorte del gasto, y la importancia que se le ha dado al aumento de ingresos es nula. En el caso de España es más sangrante aún, pues somos el país con segunda menor recaudación de la zona euro, como consecuencia de la competición de los políticos por rebajar impuestos en época de vacas gordas, especialmente a las rentas altas, (y luego a ver quién es el guapo que los vuelve a poner) y también como consecuencia a la falta de voluntad para hacer un plan de lucha contra el fraude fiscal y la economía sumergida serio y bien estructurado, y si para ello tenemos que imitar los procedimientos de otros países que tienen más éxito en este terreno, pues se les imita. Pero es únicamente cuando llevamos tres años de crisis que empieza a aparecer el debate de aumentar los ingresos vía impuestos a las rentas altas, y por supuesto, porque estamos en vísperas de elecciones.
A este respecto comentar que es chocante que en otros países (EEUU, Alemania, Francia) han sido los propios poderosos los que han pedido pagar más impuestos, pero aquí en España, ni están ni se les espera. Sólo hemos visto a Botín abrir la boca para criticar el Impuesto de Patrimonio. En fin…

- En cuanto al recorte del gasto, además, no se ha hecho donde se debía hacer (cargos políticos, administraciones duplicadas e ineficaces, enchufados/asesores, subvenciones sin necesidad de justificación a la distintos colectivos, obras públicas absurdas…) y se ha hecho donde se no se debía hacer; atacando a las clases medias, a empleados públicos, a pensionistas, a la educación, la sanidad…
Siguiendo el ejemplo del ciudadano de a pie que quiere dejar de comerse los ahorros, es como si quisiera hacerlo a base exclusivamente de recortar gastos, pero en vez de quitarse del club de tenis, o de la visita semanal al centro de estética, se lo quita de comer. Eso el primer mes te puede servir, pero si por comer mal te enfermas y no puedes ir a trabajar y además tienes que gastar en medicamentos, pues al otro mes tu economía estará peor todavía (y tu salud también). Esto es lo que se consigue atacando el bolsillo de funcionarios y pensionistas, los únicos que en este país, en tiempos de crisis, aún podían tirar del consumo con una cierta fiabilidad: recorte del déficit a corto plazo, pero menos ingresos y más gastos a medio plazo por el deterioro de la economía que ello provoca; o, lo que es lo mismo: pan para hoy y hambre para mañana.

- Y qué decir del resto de medidas improvisadas, impopulares y absurdas, sobre todo en la empresa privada: el aumento de la edad de jubilación, el abaratamiento del despido, que cada empresa pueda “negociar” (en el caso de las pequeñas, léase “imponer”) las condiciones que quiera con sus empleados sin sujetarse a convenio colectivo, la degradación de las condiciones laborales, los contratos basura de formación, los contratos temporales encadenados hasta el infinito y más allá…

Espero que, al menos, todo este cúmulo de despropósitos sirva para, a medio plazo, construir una sociedad mejor, pero…

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