En menos de 48 horas, las que van desde la tarde del sábado
9 de junio a la del lunes 11 de junio, vivimos una situación un tanto
surrealista: nuestro sistema financiero era auxiliado con fondos europeos,
mientras se desarrollaban dos acontecimientos deportivos de primer nivel: el
partido de fútbol España-Italia y la final de Roland Garros que ganó Rafa
Nadal. España en el centro del cosmos por dos razones bien distintas.
Esto me hizo reflexionar sobre las coincidencias entre los
acontecimientos económicos vividos en los últimos tiempos y el mundo del
deporte. Realmente, pienso que entiendo bastante más de fútbol que de economía (aunque de fútbol tampoco entiendo mucho, si no ya me habría hecho rico con la quiniela),
y precisamente por eso voy a exponer mis ideas en este post.
En el fútbol (como en muchos deportes, pero hablo del
fútbol, por ser el más conocido por todos) existen, a grandes rasgos, dos
sistemas de juego: el ofensivo y el defensivo. Bien, pues en la economía ocurre
tres cuartos de lo mismo. Hay un sistema “ofensivo”, el keynesianismo, y un
sistema “defensivo”, el monetarismo.
El keynesianismo fue desarrollado por el economista británico John Maynard Keynes, y consiste en inyectar dinero
público a la economía real, lo cual se espera que tenga un “efecto
multiplicador”, es decir, el dinero que el Estado pone, aun a costa de mayor
déficit a corto plazo, genera una confianza en los ciudadanos que les hace
invertir, consumir… es decir, mover la economía.
El monetarismo, desarrollado por el economista estadounidense Milton Friedman en los años 70, consiste
en todo lo contrario: retirar dinero de los bolsillos de la población y del
sector público para evitar la inflación (subida de precios) y controlar el
gasto público.
¿Cuál de las dos teorías es mejor? Ninguna y las dos al
mismo tiempo. Al igual que en el mundo del fútbol, el que una táctica sea buena o mala depende de varios factores: el
momento en que se utilicen, la inteligencia del entrenador/presidente del gobierno, y la habilidad y
fortaleza de los jugadores.. Por ejemplo, analizando el primer factor, si un
equipo va perdiendo, lo lógico es poner a más delanteros y jugar al ataque, ya
que si metes a más defensas es algo absurdo que sólo conseguirá que no remontes
el partido e incluso te vayas goleado. De igual manera que si un equipo va
ganando, lo lógico es reservar jugadores y controlar el marcador… ¿Y en
general? Hemos visto al Barcelona ganar la Champions con un fútbol ofensivo y
al año siguiente al Chelsea ganarla con un estilo absolutamente opuesto: la
idea es que las tácticas, los sistemas de juego, los hacen buenos los actores y
las circunstancias de cada momento.
Por ello, el keynesianismo y el monetarismo han cosechado
grandes éxitos y grandes fracasos. El primero triunfó en la época posterior a
la Gran Depresión del 29, el segundo logró su reconocimiento en los años 80 con
los gobiernos de Margaret Tatcher (Inglaterra) y Ronald Reagan (EEUU).
De todo esto se deduce que el keynesianismo es un sistema
económico ofensivo que hay que utilizar cuando la economía “va perdiendo” (es
decir, cuando hay crisis) y el monetarismo es un sistema económico conservador
que merece la pena cuando la economía “va ganando” (cuando va bien). El
problema es que la estupidez humana no tiene límites (ya lo decía Einstein) y
ocurre lo contrario: en época de bonanza económica los políticos de todo el
mundo y de todas las épocas se dejan llevar por la inercia y tienden a gastar a
saco y a endeudar al país hasta las cejas, porque a la hora de las elecciones,
para perpetuarse en el poder, es más fácil convencer al populacho inaugurando
tranvías o aeropuertos, o montando fiestas patronales por todo lo alto, que
presentando documentos que acrediten que las cuentas públicas están
equilibradas y que no se va a dejar un “pufo” para varias generaciones. Y al
mismo tiempo, en época de crisis siempre aparece el típico “poli malo” (en
nuestra época le toca a Angela Merkel hacer ese papel) que, para tener el apoyo
de su populacho, se presenta como un “tipo duro” que da a entender que
los ciudadanos de otros países son unos golfos que viven por encima de sus
posibilidades a los que hay que meter en cintura y quitar el dinero de sus
bolsillos… es decir, que tienen que meter más defensas cuando el equipo va
perdiendo el partido.
También puede ocurrir que el keynesianismo se utilice en
época de crisis, cuando hay que utilizarlo, pero que se utilice de manera
estúpida; que los delanteros que se alinean para remontar el partido sean los
más ineficaces y torpes que puede haber; el ejemplo más claro lo tenemos en
nuestra propia casa, cuando el ínclito Zapatero (con sus múltiples asesores), en los inicios de la crisis
económica, decidió destinar 11.000 millones de euros a levantar aceras y
cambiar las placas de las calles de pueblos de mala muerte (delanteros
ineptos), dinero que se podría haber usado en pagar facturas pendientes a
proveedores e inversión productiva en investigación, desarrollo e infraestructuras
realmente importantes, lo cual sí hubiera generado confianza y reactivado la
economía (delanteros eficaces).
Todo se resume, realmente, en que hay que gastar donde hay
que gastar y cuando hay que gastar, y ahorrar donde hay que ahorrar y cuando hay
que ahorrar. Pero como los políticos españoles y de todo el mundo, de un tiempo
a esta parte, lo están haciendo todo al revés, están consiguiendo que en lugar
de que la política domine la economía, sea también al revés: la economía está
dominando a la política y, por tanto, a todos nosotros.
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