Choto

20 de enero de 2012

No hay nada nuevo bajo el sol

Desde el año 2009, padecemos en España y en otros países desarrollados una crisis económica que acapara toda nuestra atención. Es un suceso que nos parece novedoso (para mal), porque hemos disfrutado hasta ahora, como sociedad, de una buena calidad de vida. Pero ¿realmente es tan novedoso?


En los años 70 la práctica totalidad de los países latinoamericanos experimentaron un gran desarrollo. Sus abundantes materias primas eran cotizadas en todo el mundo y eso hacía que estos países fueran capaces de generar riqueza. Otros países (principalmente, Estados Unidos) vieron una buena oportunidad de inversión y les prestaron grandes sumas de dinero que fueron destinadas, principalmente, a construir grandes infraestructuras. La población alcanzó niveles de vida nunca antes conocidos por aquellas latitudes. No obstante, la deuda pública y privada ("la deuda externa") fue aumentando, aumentando... hasta que a finales de los 70, un aumento en el precio del petróleo causo una recesión mundial (¿de qué me sonará todo esto?).
Los países experimentaron un retroceso económico. México fue el primero en hacer "default", es decir, en no poder pagar sus deudas y, por tanto, declararse en suspensión de pagos. Esto elevó las primas de riesgo de los demás países y, por tanto, los intereses exigidos para refinanciarse. El Fondo Monetario Internacional se reunió con los distintos países y exigió un camino basado en reajustar las economías y aumentar la competitividad; como consecuencia, durante los años 80, la austeridad prevaleció, el gasto público disminuyó brutalmente, en las empresas se hicieron ajustes de plantilla y las tasas de desempleo aumentaron espectacularmente, y el poder adquisitivo y la calidad de vida de los ciudadanos cayó tanto que muchos tuvieron que emigrar; es lo que se llamó "la década perdida" (¿de qué me sonará todo esto?)

Mientras tanto, la naciente Unión Europea y Estados Unidos miraban con desprecio y burla a estos países, los calificaban de "bananeros", "poco serios", "corruptos", etc. y forjaban, simultáneamente a la caída de la URSS, un nuevo Imperio capitalista... para, 20 años después, seguir el mismo camino que Latinoamérica.

Nuestra diferencia fundamental con aquella época, y con otras anteriores, está en la cultura y en las telecomunicaciones; en la decadencia del Imperio Romano, la gente se conformaba con el "pan y circo". En la "década pérdida" de Latinoamérica no existían las telecomunicaciones ni el nivel cultural que tenemos los europeos hoy en día. En esto, en la cultura, en Internet, en este blog y en todos los que pueblan la red, está la salvación de nuestra civilización en decadencia; en no ser una masa idiotizada por la resignación y el miedo, sino en compartir ideas y tener un pensamiento crítico para exigir cambios y responsabilidades a la vez que cada uno aporta lo que puede a esta sociedad. Sólo así podremos evitar una década perdida y una generación perdida.

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