Choto

21 de octubre de 2011

Estoy indignado con los que se indignan con los indignados

A lo largo de la Historia, siempre, en todas las sociedades, ha habido movimientos sociales, más o menos violentos, que han contribuido a transformar esas sociedades en un sentido o en otro.

En España, el ejemplo más citado y más reciente es el de la Transición, donde se instauró un régimen democrático basado en una Constitución que otorga unas normas básicas de convivencia y de organización política, económica y judicial. Sin embargo, han pasado 33 años y vemos como mucho de estos principios
han quedado anticuados o desvirtuados para una sociedad en la que una parte votó la Constitución sin ser plenamente consciente, en la mayoría de los casos, ni siquiera de lo que estaban votando, y otra parte, por edad, ni siquiera la votó. Por ello, el sistema de representación electoral, el Senado, la Monarquía, las altas instituciones judiciales, los referendos, la organización territorial, el funcionamiento de los partidos políticos... todo el modelo está siendo cuestionado por una sociedad que, a raíz de la crisis, se ha vuelto más crítica con unas deficiencias que ya estaban ahí en tiempos de bonanza económica, pero que ahora se han hecho más visibles.

Este movimiento crítico con el funcionamiento del sistema político y económico actual ha sido conocido popularmente como "indignados". Asentando sus bases de convocatoria en las nuevas tecnologías y en la no militancia en ningún partido político, es un movimiento social que, con sus acciones y reivindicaciones, busca construir una sociedad más justa y mejor, como seguramente surgirá otro movimiento social dentro de "x" años que busque exactamente lo mismo, pero en un contexto distinto y con medios distintos. Y, al igual que esto se repite periódicamente en las sociedades, también se repite siempre el hecho de que haya una corriente crítica con los críticos, o, lo que es lo mismo, conformista y conservadora que busca desacreditar estos movimientos sociales. Así, los calificativos que se utilizaban en la Transición (piojosos, hippies, rojos, bolcheviques, etc)  para desacreditar a los que pedían la instauración de un régimen democrático, se han transformado en: golpistas, vagos, perroflautas, camorristas... lo cual no deja de sorprenderme, porque, en los tiempos que corren, donde la banca es rescatada con dinero de todos y luego esa misma banca paga indemnizaciones millonarias a sus negligentes directivos mientras desahucia a familias enteras de sus casas, donde los políticos viven en su burbuja de corrupción, amiguismos, despilfarro y sumisión absoluta al Gran Capital, y donde el 99% de la población ve empeorar sus condiciones y expectativas de vida y su poder adquisitivo ¿cómo puede haber personas de ese 99% de la población que critican a quien protesta contra estas injusticias, en lugar de unirse a ellos, o, cuanto menos, entender sus razones? ¿cómo pueden creerse las mentiras de los medios de comunicación que alegremente acusan a este movimiento de estar manipulado por un partido político, o de usar la violencia?

Por supuesto que un movimiento social de este calado es muy jugoso para las sanguijuelas políticas que siempre intentan medrar, pero el hecho de que lo intenten no quiere decir que lo consigan o que todo este movimiento esté manipulado por nadie. Y por supuesto que en estos movimientos sociales se infiltra gente violenta y sin cerebro (al igual que pasa en los estadios de fútbol donde se dan cita miles de aficionados, por ejemplo), pero eso no quiere decir que las reivindicaciones sean injustas o que el resto de la gente (la práctica totalidad) sea igual. Pero estos argumentos, explotados hasta la nausea, siempre sirven para desacreditar.

Cuando empezó la crisis, algunos se quejaban de que los españoles no hacían nada y sólo sabían criticar en la barra del bar. Ahora que se sale a la calle a reivindicar, esos mismos también se quejan... pero luego, si esto contribuye (aunque sea un poco) a mejorar esta sociedad en su conjunto, se beneficiarán igual que todos. De hecho, lo raro sería que, con los acontecimientos que no está tocando vivir, nadie protestara y nadie reivindicara nada y todo el mundo agachara la cabeza. Y, si algún día eso ocurre, es que habremos degenerado demasiado como sociedad.

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